domingo, 27 de marzo de 2011

"Cuando sea grande quiero ser escritor"






José Alejandro Castaño es escritor y periodista. Su pasión es escribir, el periodismo lo hace como herramienta de supervivencia. Es mejor reconocido por su crónica La isla de Morgan que relata la vida sórdida de algunos habitantes de las cuevas de Barrio Triste en Medellín. El hecho de que se tuvo que disfrazar de gay para lograr entrar demuestra su destreza y tenacidad a la hora de conseguir una buena crónica.

Al llegar al salón de clase su aire descomplicado y sencillo no hace alusión alguna a los grandes logros y reconocimientos que este autor ha ganado.
No empezó hablando de sí mismo, se sentó y esperó pacientemente a que alguien le hiciera una pregunta.

Con una voz débil que no concuerda con su porte de hombre grande y bien parecido, le contó al grupo que desde pequeño siempre se decía que cuando fuera grande, quería ser escritor, admite que aún hoy, se levanta, se mira al espejo y se recuerda que cuando sea grande quiere ser escritor.
Su amor por contar historias viene desde su padre, quien era panadero. A veces José Alejandro lo acompañaba a entregar los pedidos y durante el recorrido su padre le contaba historias que lo transportaban en su imaginación. Aclara que la habilidad de su padre era innata mientras que él tuvo que aprender el arte de captar al lector. En honor a su padre escribió un artículo llamado “Papá no me olvides” que relata sus vivencias con su padre y cómo le marcó la vida.

Se graduó como Comunicador social de la Universidad de Antioquia. Entró a trabajar como periodista practicante al periódico El Colombiano en el año 1997 a los 21 años. En ese entonces estaba recién casado. Durante el día trabajaba en el periódico y durante la noche trabajaba en el banco Conavi. Al año siguiente tuvo a su primera hija, Laura, por lo que él mismo dice que se quedó en esos trabajos por el dinero. A los tres años de estar trabajando en el periódico, renunció. Él opina que siempre se debe trabajar en lo que hace feliz a la persona. Por eso, a pesar de que ha tenido muy buenos puestos, si el trabajo  le impide hacer lo que más lo apasiona, escribir y viajar, entonces, sin importar la paga, renuncia.


Es un hombre sencillo, que aprecia los pequeños detalles de la vida. No se jacta de sus logros y reconocimientos internacionales, solo quiere escribir, es el sueño que lo impulsa a vivir cada día. Dice con modestia que le da pena ver todo lo que escriben de él en internet y que si por él fuera lo borraría. Se niega fehacientemente a abrir un perfil en Facebook y no tiene televisor en su casa.

Actualmente trabaja como cronista de las revistas Soho y Semana, ocasionalmente escribe para la revista peruana Etiqueta Negra, está en el proceso de escribir una novela para la editorial norma y tiene un contrato con la Casa América de literatura  para escribir crónicas de 5 países bolivarianos. A pesar de que tiene tanto trabajo involucra a sus hijas en todas las decisiones toma y afirma que nunca pasa por la oficina más de dos veces por semana.
Odia el periodismo estático. “Hoy en día los periodistas recorren el mundo, pero por Google sentados en su silla de la sala de redacción, la mayoría de los periodistas son gordos y separados” dice Castaño. A él le gusta salir a buscar la historia, mirar donde los demás no miran y por eso es que él encuentra grandes historias que nadie había descubierto antes. A los periodistas que han trabajado con él les ha prohibido ir a ruedas de prensa porque los considera una manera facilista de hacer reportería, solo podían ir si hacían reportería en las calles, si investigaban por su parte. Su amor por recorrer las calles está reflejado en sus botas viejas y desgastadas, que han visto más cosas extraordinarias que el común de las personas.

Cuenta que fue editor general del periódico El Heraldo de Barranquilla. Ganaba un sueldo altísimo, pero renunció al poco tiempo porque se decepcionó de la manera que funcionaba el periódico. Afirma que a los periodistas les pagaban mal, que jamás recibió carné, que los dueños se empeñaban en manejar el periódico de una manera anticuada y que se dio cuenta de que a pesar de que le descontaban del pago de la EPS, le llegó una carta diciendo que el periódico llevaba varios meses sin pagar. Todo esto y algunos factores más fueron los que lo llevaron a tomar esta decisión.





En cuanto a su vida personal, habla animadamente de sus hijas y afirma que son lo más importante para él en su vida. Se refiere a Laura y María Alejandra como sus reinas y afirma que le encantan involucrarlas en lo que él hace. Cuenta una anécdota de que cuando eran pequeñas, cada vez que tenía que viajar, ellas le daban un peluche para que viajara con él. Él llevaba a sus “nietos” como llama afectuosamente a esos peluches, a todas partes a donde iba y cuando llegaba de nuevo a casa sus hijas se enteraban de todas las aventuras de su padre gracias a Mickey Mouse.

Sus hijas son las protagonistas de muchas de sus crónicas, en especial el artículo llamado “Como se baña a un elefante” y ahora cuenta que la mayor, Laura, le encanta leer y que le ayuda a revisar algunos de sus textos. José Alejandro se casó muy joven, algo que afirma “No se hace”, pero se divorcio hace 5 años, “Sí se hace”. A pesar de esto es un padre que está siempre pendiente de sus hijas. Asegura que la paternidad no se construye por Messenger y que se esmera día a día por no ser un padre de centro comercial.

Opina José Alejandro, que se padre es lo más emocionante y emotivo que le puede pasar a un hombre, pero que el oficio de serlo está sobrevalorado. Viendo la confusión del grupo antes esta afirmación, explicó que mientras muchos padres dicen que harían cualquier cosa por sus hijos, él tiene la precaución de que precisamente por sus hijas, él no haría cualquier cosa, “por ellas es que no mataría, por ellas es que no robaría” 

Desde pequeñas sus hijas están enteradas del oficio de su padre. Cuando él salía a hacer algún reportaje, les contaba de qué se trataba, aunque fuera sangriento, violento o triste.
Dice que muchos los han cuestionado por esto, él dice que siempre quiso que sus hijas conocieran la clase de mundo en el que viven y se den cuenta de lo privilegiadas que son.

Actualmente este paisa nacido en el barrio 12 de octubre vive en Santa Elena sin televisor y con todos sus “nietos”. Considera a Medellín una gran ciudad, pero le asombra como los paisas pueden ser tan amorosos y tan malignos al mismo tiempo.

Cuando se le pregunta por lo que lo define, afirma que “uno no es solo lo que consigue sino también lo que se pierde.” le contó al grupo de una ocasión en que perdió una casa muy bonita que le había costado mucho, porque la embargó para pagar un viaje.  José Alejandro es un hombre de reflexiones muy profundas que no se queda con ellas sino que las comparte. Ese fue el momento preciso en que él le preguntó al grupo “¿Que estarías dispuesto a pagar por tus sueños?” Él se identifica como un escritor sencillo. No le gusta que lo asocien con el estereotipo de escritor bohemio, bebedor, fumador y jugador. Él no es así, lleva una vida muy sana y sencilla y a pesar de que no toma, ha descubierto que tiene una alta resistencia al alcohol.

En cuanto a la política, tiene opiniones muy definidas. Reconoce al presidente Uribe como una persona inteligente, trabajador y mal presidente. A Chávez lo tilda de populista del carajo y a la guerrilla le da el calificativo de “hijos de puta”.
Reconoce  que Colombia está profundamente marcada por el narcotráfico, que es un tema presente en casi todos los aspectos de la cotidianidad y que es el negocio que mantiene estable la economía colombiana.

Es creyente fiel de la teología de la liberación  y explica que ve la pobreza como una injusticia social y no un regalo de Dios.

Este cronista, ganador de 5 premios Simón Bolívar, varios premios internacionales, reconocido escritor y periodista se muestra como una persona aterrizada, inquieto por la verdad y la justicia, buscador incansable de historias y relatos dignos de ser contados, un hombre humilde, pero que sabe lo que quiere en la vida-escribir- y que nunca se dejará vencer por las adversidades. Refleja una profunda sabiduría en sus ojos y en la manera que en se viste, se peina y en los gestos que hace.

Tiene un profundo respeto por las personas que lo rodean y siente una urgencia de compartir lo que la vida le ha enseñado. Es por eso que para despedirse del grupo compartió una verdad impactante. “El pobre debe ser sujeto de reivindicación y no objeto de caridad” Quiere enseñarle a sus hijas y todos a ser generosos con lo que se tiene porque no todos tienen lo mismo, hizo un llamado de atención a los estudiantes para que aprovechen la oportunidad de estudiar porque hay muchos jóvenes en el país que quisieran ocupar un puesto en el aula y no pueden.

José Alejandro Castaño me pareció un hombre admirable en su vida profesional. Tiene mucha trayectoria y la manera en que ha asumido su reconocimiento es admirable, con sencillez y humildad.



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