La casa empieza a parecerse a una zona de desastre post - guerra, la sala se convierte en un depósito, las habitaciones son las causantes de varios problemas respiratorios y la cocina me hace pensar en la descripción del refugio que da Anna Frank en su diario.
Obviamente la familia asume esto diligencia, entramos en modo mudanza, nuestra curiosidad por la nueva casa se limita a pregunta en qué barrio es y si tiene baño para cada uno, pero no nos sorprende el hecho de que, como muchos, no tenemos la misma casa hace 15 años, ni lloramos por los amiguitos que dejamos en el conjunto pasado, la vida sigue.
Obviamente esto es normal ¿o no? Mirando nuestro caos como caso individual, no veo otra manera de hacer las cosas, pero compárando nuestro estilo de mudanza con los de otras familias (costumbre muy perjudicial, pero inevitable) veo que todos logran empacar en una semana, mudarse, y tener el nuevo hogar reluciente dos días después. Los muebles no sufrieron en el trasteo, no se rompieron cuadros y uno no ve libros por ninguna parte. Es como la celebridades que después de tener mellizos, quedan con cuerpos de infarto dignos de Playboy.
Es en este punto donde yo me pregunto si somos anormales, pero he llegado a la conclusión de que lo normal es ser raro.
A veces suceden cosas en la vida de uno que lo ponen a pensar que no es normal. Todos tenemos ese temor interno y secreto de ser los únicos que están completamente locos en el mundo. La pregunta es ¿Qué es ser normal?
Si vivimos comparándonos con los demás, nunca vamos a estar contentos con el bulto que nos tocó cargar, todos los demás son normales, menos yo. Pero la realidad es que todos somos distintos, cada persona tiene sus particularidades que desde una inspección rigurosa nos haría concluir que es anormal, pero que desde la superficie social, se adapta a lo que consideramos normal.
Por eso he llegado a la conclusión de que sí, somos desorganizados, nuestros muebles se desbaratan en la mudanza, empacamos con esmero las bolsas del mercado que sobran, tenemos más libros que una biblioteca y no nos gusta salir de ellos, y lo más probable es que no quede con cuerpo de reina después de mi primero hijo (cuando lo tenga en futuro lejano), pero soy normal.
Cata: me encantó tu blog pero claro, se podría argumentar que no soy muy objetivo que digamos ¿verdad?... pero no importa; yo disfrutaré siguiéndolo. ¡Felicitaciones!
ResponderEliminar